Como cada año y antes de la pandemia por COVID 19, el Festival del Quinto se lleva cabo en nuestro municipio, con danzas y actividades culturales en Centro Ceremonial de Huamango, pero mas allá de la festividad y todo lo que implica una celebración de esta magnitud, está la leyenda y la historia de este evento.
En este podcast tuvimos como invitado a Alonso Hernández, quien tiene un proyecto interesante sobre la historia y la cultura popular de Acambay, a través de Radio Se, quien nos platicó sobre su trabajo y la historia del Quinto Sol, así como sus percepciones de este festival.
Te invitamos a escuchar el podcast: El Quinto Sol
Adentrándonos a la historia y leyenda del Quinto Sol, un punto de partida es hablar de Teotihuacán, pues este sitio es la sede de varios mitos y relatos siendo el más importante el que nos narra la creación del Sol que calentaba a los habitantes de la Gran Tenochtitlán (Capital de Imperio Mexica).
Entonces los dioses se reunieron en Teotihuacan y ocuparon sus sitios en torno al fogón divino. En este lugar sagrado arde el fuego durante cuatro días. Y entonces los dioses hablaron así:
"Vamos a crear el Quinto Sol; más para hacer eso, uno de nosotros tendrá que arrojarse a la hoguera". Nadie habló. Al fin se levantó alguien, un ser envuelto en sombras, un dios feo, terriblemente buboso y cubierto de verrugas y costras. Se levantó mientras lo miraban con desprecio los demás dioses.
Cuando el arrogante dios Tecuciztecatl, Señor de los Caracoles, vio que un dios tan pequeño y deformado se había ofrecido para convertirse en el Quinto Sol, se puso en pie de un salto. Los dioses dijeron: Eah pues, Tecuciztecatl, ¡entra tú en el fuego!
El arrogante dios avanza despacio hasta ponerse enfrente de la enorme torre de llamas. Pero al sentir el calor tiene miedo. Cierra los ojos, toma aliento y arremete para echarse en el fuego, pero no puede avanzar más. Entonces todos los dioses se levantan indignados.
Tecuciztecatl ruge como un huracán y corre hacia la hoguera cuatro veces y no puede entrar al fuego. De nuevo se hace silencio y otra vez hablan los dioses: -Nanahuatzin, ¡prueba tú!
Sin aguardar un momento se levanta dando un grito, arrancándose el manto y mostrando la fealdad de su cuerpo al Fuego Creador, lanzándose hacia él. Las montañas se desploman y el cielo se abre y se lo traga. Hay una oscuridad total: nada se ve, nada se oye. Los dioses se sientan exhaustos a esperar la salida del nuevo sol.
Esperan largo rato. Al fin comienza a ponerse colorado el cielo y en todas partes aparece la luz del alba. Exhalando un suspiro los dioses se hincan de rodillas para ver por dónde saldrá el feo Nanahuatzin.
Solo el dios Quetzalcóatl sabe el lugar en que aparecerá el Quinto Sol. Y cuando aparece en el cielo, por el oriente, emerge de un color rojo encendido y tambaleándose de uno a otro lado. Nadie lo puede ver, tan brillante y dorada es la luz que despide.
-Pero, ¿como habremos de vivir?- claman entonces los dioses- ¡No se mueve el Sol! ¡No sigue su camino por el cielo! ¡No hay ni noche ni día! El Sol sigue tambaleándose de un lado a otro. Sin embargo, no avanza por el cielo. Tiene vértigo.
Alguien canta allá a lo lejos: El Quinto Sol se llama el Sol del Movimiento porque sigue su camino; pero tú no te mueves, Nanahuatzin.
Los dioses dan un grito y se clavan en las venas sus cuchillos de obsidiana, ofreciéndole al Sol su propia sangre, que va subiendo hasta el cielo. Luego la sangre se convierte en un gran viento que sopla sobre el Sol y lo hace levantar como si estuviera flotando.
Este pasa volando por delante de los sacerdotes, quienes se afanan por detenerlo, pero el Sol ya está bajando por la escalinata, precipitadamente... huyendo hacia el horizonte que empieza a empaparse de sangre".